El padre Juan Carlos Velásquez, figura clave de los procesos de pacificación de Medellín, fue invitado por el ICLA para conocer su trabajo en las zonas más violentas de esa ciudad.
Reunidos en el salón sur de la Sede de Gobierno de nuestra universidad, un importante número de asistentes pudieron interpelar las experiencias del sacerdote Juan Carlos Velasquez Rúa, figura central en los procesos de pacificación e integración social de los barrios periféricos de Medellín, Colombia. La conferencia titulada “Juventud, cultura y violencia urbana. El caso Medellín”fue organizada por el Instituto de Cooperación Latinoamericana de la UNR en una propuesta abierta al público en general.
El padre Juan Carlos es una de las figuras más importantes y conocidas en Medellín por su rol conciliador y dialoguista con líderes de los sectores violentos, principalmente con grupos jóvenes denominados “Combos”, con quienes ha logrado resultados positivos. Recientemente, fue designado por el Arzobispado para todos los procesos de paz y mediación con las bandas criminales organizadas de esa ciudad y su área metropolitana.
La actividad estuvo encabezada por el rector Darío Maiorana, quien destacó la posibilidad de conocer en profundidad las acciones que desarrolla Velásquez Rúa en la segunda ciudad más importante de Colombia y una de las más violentas del mundo. “El padre tiene muchos años de trabajo en territorio y de diálogo con líderes de pandillas, entendiendo siempre que detrás del problema del narcotráfico hay personas. Es por esto que su visita no busca un aporte académico, sino una instancia que nos permita conocer caminos transitados para comprender la situación que atraviesa Rosario”, reflexionó Maiorana poniendo en perspectiva la situación social que atraviesa la ciudad con el mayor índice de asesinatos por habitantes de Argentina.
A su turno, acompañando la mesa de bienvenida, el director del ICLA Pedro Romero remarcó que el objetivo principal de esta instancia de cooperación latinoamericana es «la posibilidad de poner en escena problemas comunes. En ese sentido, resaltó que desde el instituto se busca «aportar a uno de los problemas más complejos de nuestra región, y por eso el padre Juan Carlos está hoy con nosotros. Buscamos ofrecer desde la Universidad una visión y una reflexión necesaria frente a los problemas que aquejan a nuestra sociedad”.
El cura de los Combos
Velásquez Rúa se ordenó como sacerdote en el año 2000, y desde el 2002 hasta el 2012 estuvo en el barrio San Fernando Rey, en una de las laderas de Medellín. Como párroco de esta iglesia, ha tocado todas las puertas en busca de alternativas ante la violencia urbana y sus protagonistas.
El sacerdote católico conoce muy bien el proceso que llevó a Medellín a convertirse en una de las ciudades más violentas del mundo, y precisamente ese fue el nudo de la charla que ofreció ante el nutrido público que lo fue a escuchar e interpelar. «El narcotráfico cambió nuestra historia, nos cambió la vida. Hasta el día de hoy Medellín es conocida internacionalmente no por sus cosas buenas y sus grandes personas, sino por Pablo Escobar y la droga. Y eso nos duele”, mencionó el cura quien también analizó como negativo el éxito de la serie que cuenta la historia del narcotraficante más famoso del mundo.
«No sé si he llegado en un buen momento o en el peor momento para hablar del tema, porque parece haber una sinergia aquí en Rosario, donde todo confluye en el narcotráfico, con el alto índice de asesinatos que tiene la ciudad, el robo, la criminalidad, y a eso se suma la serie “El patrón del mal” de la cual muchas personas hablan. Y cuando los temas están tan candentes nos volvemos pasionales, y perdemos capacidad de análisis sobre diferentes experiencias”, mencionó Velásquez.
Para el clérigo «es necesario dar un debate serio sobre una cuestión que va más allá del problema del narcotráfico y que involucra a todos los actores sociales, reconociendo que son la exclusión social y la creciente desigualdad los principales factores que condenan a miles de jóvenes a caer en circuitos delictivos».
En efecto, el cura desarrolla actualmente diferentes acciones para sacar a los jóvenes –llamados “cachorros”- de los grupos violentos. Su iniciativa más conocida es el que actualmente trabaja con 45 jóvenes que han escapado de la vida criminal para brindarse a tareas de trabajo colectivo y estudio, dejando atrás su marcada adicción a las drogas y el tránsito por una vida sin motivaciones y sentido.
El padre Juan Carlos se reúne con líderes de los Combos, con guerrilleros y paramilitares, y con todos ellos encuentra puntos de acuerdo para mermar la creciente cifra de crímenes que acosan a la capital de Antioquía. De los jóvenes que día a día llegan a su parroquia para hablar con él, la mayoría son asesinos, pero detrás de sus crímenes padre encuentra un ser humano sumido en grandes miserias, frente a las cuales no posee alternativas concretas de escapar.
Los «cachorros» en Medellín son para Velásquez una expresión similar a los denominados en Argentina. Menores de 17 años que usan armas, drogas y matan a aquellos que amenazan la hegemonía territorial de la banda que los recluta. Para ellos no hay otras alternativas claras a eso que el crimen organizado les ofrece. Y para el padre, ese el desafío, que los jóvenes pueden encontrar otro rumbo que no esté vinculado a la violencia.